“Para reverdecer no sólo el desierto sino toda la tierra debemos
crear bancos de semillas de todos los países, distribuirlas ampliamente,
producirlas y plantarlas.”
(Masanobu Fukoka)
Parte de nuestra autosuficiencia productiva esta en proveernos el stock
de semillas de las próximas siembras. En otras palabras, es tener nuestro banco
de semillas propio, y permitir un cultivo de calidad, sano e independiente.
Mantenernos libres del pequeño grupo de grandes corporaciones que hoy dominan el
mercado agrario y monopolizan la producción de semillas en el mundo, es parte
de una acción consciente de ruptura con los viejos modelos económicos y
sociales y prepararnos para una era donde el compartir, generar, la autonomía,
cooperación y abundancia colectiva son criterios fundamentales.
Nos gusta la manera sencilla como Peter Dolan (Cultivo de Semillas)
expresa esta eminente necesidad:
" La próxima vez que cultives lechugas, permite que una de
tus mejores plantas continué desarrollándose más allá de la madurez. Del
corazón de la plantas crecerá un tallo, florecerá en pequeños ramilletes
amarillos que después se convierten en pequeñas semillas plumosas. Cuando estas
semillas maduran, caen fácilmente. Sacude el tallo dentro de una bolsa de
papel. Esta es buena semilla, regala algunas a un amigo, ya que tú tienes más
de las que necesitas. Cultiva esta semilla el próximo año con toda confianza.
Las plantas que broten de estas semillas recibirán tu atención especial, porque
tú te identificas con ellas, conociste a sus padres
En nuestra cultura, con frecuencia la gente es rica en conceptos
pero pobre en experiencia. Esto es especialmente cierto respecto a nuestro acercamiento
a la naturaleza. Si estás comenzando, desarrolla esta habilidad, cimiéntala como
una experiencia real. La agricultura es arte practico.”
Estamos llegando al otoño y nuestro amado diente de león, está dando
sus últimas florecitas, entonces apresúrate y al recorrer la ciudad o en tu jardín
observa atentamente buscando aquellas flores que ya estén plenamente abierta,
pidiendo permiso y agradeciendo después de cortar las flores, déjalas algunos días
en un vaso con agua hasta que veas que la flor se seco y transformo en el famoso
panadero repleto de semillas, sin que las
semillas se mojen guárdalas en un sobre de papel esperando por la próxima
primavera.
Lo mismo sirve para muchas de las flores y plantas que se quiera
cultivar. Hay que tener siempre en cuneta elegir las visualmente mejores
plantas o frutos para semillas. Una vez que se produjo las semillas hay que
procesarlas, lo que hay que conocer la manera de hacerlo con cada tipo de semilla,
observando de cómo lo hace la naturaleza con ellas.
A las semillas mojadas, o sea las plantas con semillas de una
pulpa húmeda, como los tomates, zapallos, sandías, etc. Hay que sacar la
semilla con una cuchara; limpiarlas en un bol o balde de agua, mezclándolas bien
con las manos; luego verter la semilla vacía o no viable y los restos de pulpa
que flota arriba, y finalmente colar las semillas limpias y dejarlas secar en
una malla, plato o papel, siempre a la sombra.
Para procesar las semillas secas, estas que maduran en chauchas,
capsulas o cáscaras; como los porotos, el maíz, la lechuga y el rabanito; se
dejan secar las plantas en la tierra y las cosechamos una vez secas. Como
alternativa se pueden cosechar las vainas a medida que secan. A estas vainas
las trillamos y separamos las cáscaras, pétalos y tallos, se puede ir pisando
para romper las vainas, y vamos separando manualmente.
Al guardar cualquier tipo de semillas, es importante que éstas
queden sin rastros de suciedad, pulpa o polvo. Finalmente las guardamos en
sobres bien cerrados, frascos de vidrio oscuros, o lo que tengamos a mano,
procurando que estén bien secas y limpias y que permanezcan en la oscuridad
guardadas en un lugar fresco, libre de humedad con una tempera estable.
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